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Plan Nacional de Desarrollo, la voz del Ejecutivo Federal y nada más
Plan Nacional de Desarrollo, la voz del Ejecutivo Federal y nada más
Por: Erika Crystal Zavala López
En los próximos días será votado por el Pleno de la Cámara de Diputados el Plan Nacional de Desarrollo presentado por el Ejecutivo Federal el pasado 30 de abril, un plan que no integra las voces de ciudadanos recabadas por el gobierno federal.
El Plan Nacional de Desarrollo ha generado una serie de críticas y discusiones en las que se evidencian las deficiencias metodológicas y técnicas del documento, pero sobre todo en el que queda clara la ausencia de estrategias, objetivos y metas para hacer que México crezca y se desarrolle de manera competitiva.
Dicho Plan, que ha sido descrito por el Presidente de la Comisión de Desarrollo Democrático de la COPARMEX, Juan Manuel Barba, como “un listado de buenos deseos, en el que México se merece más”, ha sumado pronunciamientos de inconformidad por varios de los sectores económicos, académicos, políticos y sociales en los que incluso se ha señalado por el Movimiento para el Desarrollo Liderado por las Comunidades (MovDLC) -que cuenta con el apoyo de 241 instituciones sociales, colectivos y 715 ciudadanas y ciudadanos-, la falta de apego a la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, así como a la Ley de Planeación y la Guía Técnica y Metodológica del Plan Nacional de Desarrollo 2019-2024 emitido por la SHCP.
Si bien, ya se ha escrito en diferentes medios sobre las carencias de fondo con las que cuenta el Plan Nacional de Desarrollo, sobre temas medulares que pueden ser englobados en el Desarrollo Sostenible, en particular el presente artículo pretende centrarse en la forma que, finalmente como diría Jesús Reyes Heroles, “en la política la forma es fondo”.
Y en esta “forma”, el presente Plan ha sido edificado bajo un proceso engañoso que alude a la participación ciudadana pero que no la integra. En apariencia, para construir el Plan Nacional de Desarrollo se llevaron a cabo 3 foros a nivel nacional, 32 foros estatales numerosas mesas sectoriales, y foros especiales que tuvieron la “intención” de priorizar a los sectores y personas que habitan todo el país, pero en la realidad, MovDLC ha denunciado en su pronunciamiento sobre la elaboración y presentación de dos documentos distintos por parte del Ejecutivo, de los cuales solo uno fue presentado y será votado por la Cámara de Diputados.
La controversia en esto surge, cuando curiosamente el documento presentado como el Plan Nacional de Desarrollo 2019-2024, que será votado, es el documento que no guarda relación con los ejercicios de participación y consulta efectuados el pasado marzo, lo que podría suponer un acto de completa simulación que busca legitimar al Plan por medio de consultas y voces que finalmente no fueron integradas.
Sin embargo, no es de sorprender que el documento presentado a los Diputados para su aprobación se encuentre sumamente alejado de la perspectiva ciudadana, académica y empresarial, puesto que en definitiva el Plan Nacional de Desarrollo fue elaborado bajo los mismo vicios que han sido recurrentes en las administraciones pasadas –esas que el Presidente ha bautizado como la mafia del poder-, en donde su construcción y planeación depende de la pluma de “especialistas” que trabajan en la comodidad de sus oficinas tratando de plasmar en el papel lo que no se puede sostener en la realidad que, dicho sea de más, desconocen, y todo esto bajo una narrativa romántica del Ejecutivo sobre lo que espera realizar, aunque no explique y sustente cómo.
Cabe recalcar que no existe sorpresa en lo anterior, porqué el presidente de México ha demostrado en varias ocasiones que para él ejercer la participación ciudadana significa esbozar preguntas al vapor en mítines políticos y contar a ojo de buen cubero las manos levantadas. Entendiendo este contexto, lo que sorprendería es que tuviésemos una planeación de nación que cuente con fundamentos metodológicos y técnicos y que además incluya un ejercicio real de consulta ciudadana.
Al final del día, el Plan Nacional de Desarrollo se convierte en el perfecto reflejo de la línea de trabajo que el Ejecutivo ha desempeñado y desempeñará durante lo que resta del sexenio, en dónde el discurso sin sustento es el que impera y en la ejecución la realidad sea otra. Entendiendo lo anterior, resulta comprensible que si en la forma es deficiente, el fondo también lo es y, por ello, la versión presentada a la Cámara de Diputados carece de Desarrollo sostenible, se encuentra cargado de la Dogma política presidencial, se mantiene lleno de buenas intenciones pero con nula definición de estrategias, metas y objetivos, en pocas palabras: es totalmente congruente con lo que el Gobierno Federal es hoy en día y será durante el sexenio.
Cabaret PoliMex
Cabaret PoliMex
Por: Lalo Carrillo
Casi todos los días nos topamos con columnas de opinión y demás productos comunicacionales que provienen de la esfera de deliberación democrática. Vemos a muchos políticos que esgrimen sus verdades irrefutables, sublimes o hermosas y otros más que apuntan sus obuses argumentales contra sus adversarios.
La lucha siempre ha estado en el terreno de lo discursivo, en el plano de las ideas para posteriormente darle forma a nuestra realidad. Es aquí, donde los medios de comunicación y la sociedad civil no debemos cederles a los políticos por más tiempo ese espacio que no les corresponde exclusivamente y que por derecho es de todos.
Como lo dijo Baudrillard, vivimos en la hiperrealidad, en un mundo contado por otros, en este caso son las industrias de la información y comunicación las que lo hacen, ya sea en medios tradicionales o redes sociales, cuya dinámica se basa en tomar los discursos de los políticos o acontecimientos sociales, adaptándolos a diferentes formatos para facilitar su rápida distribución y consumo masivo. Aunque nosotros seamos productores y espectadores de esta realidad, estamos incapacitados para controlarla, pero no así para analizarla, entenderla y exigir nuevas narrativas con diferentes mensajes.
Hoy los abusos de poder y crímenes de Estado quedan impunes, ocupan en nuestra sobresaturada agenda de información la misma cobertura que los zapatos viejos del presidente o el noviazgo de alguna celebridad. Sin embargo, nuestro tipo de cambio en los asuntos de interés público y de relevancia gubernamental, sigue siendo la obsolescente fantasía del conflicto y el espectáculo en el que todos somos felices “audiencias”, donde siempre el show debe continuar.
Pero ¿quiénes son los que conforman este conflicto-espectáculo? ¿Es acaso que tenemos una clase política que solamente habla de sí misma y nosotros somos unos simples mirones sin voz con un voto sólo cada jornada electoral? Claro que sí, así ha sido y la respuesta siempre son los políticos y nunca la sociedad civil. Salvo algunas expresiones o escándalos mediáticos que nacieron “espontáneamente” pero que fueron impulsados por grupos políticos constituidos y en todos los casos caducaron en la agenda mediática, convirtiéndose en un adorno discursivo de las “disidencias”.
Es aquí donde debemos centrar el debate que atraviesa los tres poderes de la democracia, la sociedad y la opinión pública. Detengamos todas sus palabras y mensajes frívolos, no podemos creernos la intención de lo que nos dicen sin analizar la significación e impacto social que pudieran llegar a tener sus posicionamientos. Es tiempo de exigir a nuestra clase política que deje de bombardearnos con sus temas y sus agendas en las que ellos son la estrella, donde la construcción de su imagen abusa y remarginaliza a la propia sociedad, su figura no debe ser noticia sobre la miseria humana. Pongamos a la sociedad como razón del debate, contraargumentemos con inteligencia y pidamos muestren su trabajo con base social.
En México, para que exista la puesta en escena de la simulación política debe haber un escenario, estrellitas o actores, así como un público que paga por ver y aplaude sus gracias. Estamos viviendo en carne propia que aquí es más difícil dejar de ser foca aplaudidora o una vedette de la política que exigir o comunicar resultados.
Sin voto, ¿no hay dinero?
Sin voto, ¿no hay dinero?
Por: Rafael Curiel Estrada*
Hace unos días Pedro Kumamoto, -el primer diputado independiente en el Congreso del Estado de Jalisco- anunció su intención para fundar su propio partido político en la entidad. ¡Así es!, el chico que se dio a conocer en la escena política local y nacional proclamando el discurso de “los muros sí caen”, desafiando la lógica del sistema de partidos, ahora busca fincar su movimiento en el partidismo.
Pero, más allá de la sorpresa de la ciudadanía, la crítica de propios y extraños o el entusiasmo de los correligionarios y simpatizantes, destaca la posibilidad de acceder al financiamiento público para su partido.
Esa forma de obtener recursos, indudablemente, es objeto de crítica por parte de la opinión pública, sin embargo, es un derecho constitucional para todos los partidos políticos y también resulta que es uno de los temas socorridos por quienes buscan posicionarse en el agrado del elector.
Con ese tema y bajo el lema de “sin voto, no hay dinero”, Pedro Kumamoto se lanzó en su faceta de político independiente por la disminución del financiamiento público a los institutos políticos. La historia es por todos conocida y la reforma electoral aprobada en la pasada legislatura, consiste en la modificación de la fórmula para calcular el monto de recursos públicos en dos momentos: en años no electorales y en años electorales.
El financiamiento público a partidos políticos nacionales con registro estatal (1) se calcula de la siguiente manera:
.::. En años no electorales se multiplica el total del Padrón Electoral en Jalisco por el equivalente al 20 por ciento del valor diario de la Unidad de Medida y Actualización, es decir, 5,712,431 (2) por 16.89 (3), lo que da como resultado un total de 96,528,659 millones de pesos.
.::. En años electorales se multiplica la votación inmediata anterior en la elección de diputados locales por el equivalente al 65 por ciento del valor diario de la Unidad de Medida y Actualización, es decir, 3,462,499 (4) por 54.91 (5), lo que da como resultado un total de 190,125,820 millones de pesos.
El financiamiento público a partidos políticos locales (6) se calcula de la siguiente manera:
.::. Indistintamente del año, se multiplica el total del Padrón Electoral en Jalisco por el equivalente al 65 por ciento del valor del Salario Mínimo vigente, es decir, 5,712,431 (7) por 66.74 (8), lo que da como resultado un total de 381,259,070 millones de pesos.
De lo anterior, se puede advertir que, los partidos políticos locales tienen acceso a una fórmula que les garantiza más recursos públicos respecto a los partidos políticos nacionales con registro estatal. Es decir, los partidos locales que logren su registro en el estado de Jalisco, eventualmente, estarían recibiendo más recursos públicos que los partidos tradicionales.
Cabe aclarar que existen dos bolsas de recursos, siendo una para partidos políticos nacionales con registro estatal y otra para partidos locales.
De esta manera de acuerdo con la legislación vigente, hipotéticamente le aseguraría mayores recursos al posible partido de Pedro Kumamoto. Sí, el mismo chico que cuestionó las prerrogativas partidistas pero que hoy convenientemente traza como destino de su agrupación formar parte del catálogo de partidos en Jalisco.
La pregunta aquí sería ¿Pedro Kumamoto ignora que las disposiciones legales que le estarían favoreciendo? o ¿el interés de conformar a Wikipolítica como partido político obedece a un análisis de dichas ventajas? ¿De qué se habrá dado cuenta el político independiente que ahora quiere ser parte del sistema anticuado y ventajoso de partidos que antes desdeñaba? ¿Sin voto, no hay dinero?
Curioso es el caso de los partidos políticos en Jalisco, donde sin voto, ¡sí hay dinero!
*Rafael Curiel Estrada asesor legislativo en el Congreso de Jalisco
Referencias:
(1)Constitución Política del Estado de Jalisco, artículo 13, fracción IV, inciso a)
(2)Padrón Electoral de Jalisco, con fecha de actualización al 01 de febrero de 2019, en la página oficial de internet del Instituto Nacional Electoral.
(3)De conformidad a la información publicada en la página oficial de internet del Instituto Nacional de Estadística y Geografía, fecha del 07 de febrero de 2019, el valor diario de la Unidad de Medida y Actualización es de 84.49 pesos.
(4)Votación total emitida en la elección para Diputados Locales en el proceso electoral 2017-2018. Información disponible en la página oficial de internet del Instituto Electoral y de Participación Ciudadana del Estado de Jalisco.
(5)De conformidad a la información publicada en la página oficial de internet del Instituto Nacional de Estadística y Geografía, fecha del 07 de febrero de 2019, el valor diario de la Unidad de Medida y Actualización es de 84.49 pesos.
(6)Ley General de Partidos Políticos, artículo 51.
(7)Padrón Electoral de Jalisco, con fecha de actualización al 01 de febrero de 2019, en la página oficial de internet del Instituto Nacional Electoral.
(8)De conformidad a la publicación del día 26 de diciembre de 2018 en el Diario Oficial de la Federación, el valor del Salario Mínimo General Diario para el año 2019 asciende a 102.68 pesos.
De Vasconcelos a AMLO: Los discursos del poder
De Vasconcelos a AMLO: Los discursos del poder
Los discursos políticos suelen reciclarse con el tiempo.
Prueba de ello son los puntos de contacto entre
el discurso de José Vasconcelos y el de AMLO
La historia suele repetirse, una vez como derecha y luego como izquierda, o desde la izquierda hasta la derecha; sin modificar la identidad de los discursos que luchan por el poder.
Me resulta una retórica sumamente aburrida, aunque quizás muy persuasiva para un amplio tipo de público, el conjunto de estrategias electoreras contra AMLO al compararlo con figuras actuales del contexto internacional (Maduro) o con figuras del pasado cuya infamia ganada a pulso perseguirá durante mucho tiempo (Hitler). Cuando es posible usar estrategias retóricas más vinculadas con nuestra propia historia. En relación a ésta, reza un dogma ya popularizado: "quien no conozca la historia está destinado a repetirla”.
A ojo de buen cubero, y revisando someramente la historia, me encuentro con el primer y verdadero candidato independiente: José Vasconcelos, quien fue azuzado para la contienda presidencial por un grupo de jóvenes que habían fundado clubes para el apoyo de su candidatura, en contra de Pascual Ortiz Rubio postulado por la naciente ignominia Partido Nacional Revolucionario (PNR). Como si de arquetipos platónicos se tratara, me encuentro con un par de afirmaciones vasconcelistas que me remiten a nuestro mesiánico candidato. Después de uno de sus tantos autoexilios al extranjero, el 10 de noviembre de 1928, Vasconcelos dice en Nogales, con la mismísima voz de un cristo redivivo:
Vuelvo a la patria después de cuatro años de dolorosa ausencia y me sorprende la fortuna al llegar, para revelarme la fuerza que late en el pueblo, para decirme que por la voz de los compatriotas aquí reunidos y por las voces de otros muchos hermanos, que es la hora del destino la que vuelve a afrentarnos una ocasión salvadora. Y hay razón para que nos preguntemos todos afanosamente si va a pasar otra vez en balde la ocasión (Vasconcelos, “El proconsulado”, 1939, p. 29).
El arquetipo se repite en su forma derechosamente católica (la ocasión salvadora) y en su forma de izquierda-derechosa (la esperanza de México)... Paso seguido, afirma un amenazante Vasconcelos:
“...no acataré el resultado ni de la intriga, ni de la imposición, ni de la fuerza” (Vasconcelos, “El proconsulado”, 1939, p. 29)
Este arquetipo toma forma de tigre en la actualidad...
La prédica continúa por los mismos derroteros de voz profética:
La revolución necesita por fin llegar a los espíritus. Lo primero que hay que cambiar es nuestra disposición hacia la vida, sustituyendo al encono con la disposición generosa. Sólo el amor entiende y por eso sólo el amor corrige. Quien no se mueve por amor verá que la misma justicia se le torna venganza. (Vasconcelos, “El proconsulado”, 1939, p. 31).
Una vez más, el arquetipo persiste, de la Revolución del Amor a la otrora República del Amor, hoy República del Perdón y la Purificación.
Postal: Referéndum catalán
Presenciar un proceso de independencia en esta segunda década del siglo XXI ya no suena descabellado. Los efervescentes nacionalismos por aquí y por allá recuerdan sentimientos más bien gestados en la aurora del siglo pasado. No soy nacionalista. Tiendo a estar más bien de acuerdo con lo que recientemente Martín Caparrós ha dicho sobre el tema: "La patria es una idea paranoica –funciona en referencia a una amenaza externa– y la paranoia siempre vende bien. Es fácil entusiasmarse con la patria. Es fácil imaginarnos distintos de los otros; es fácil imaginarnos mejores que los otros. Es fácil suponer que todos los males vienen de los que están más lejos, los que no son nuestros parientes, nuestros vecinos, los nuestros. Es más cómodo, más tranquilizador: evita ciertos roces y evita, sobre todo, el esfuerzo de pensar". Caparrós lo dice en referencia al proceso independista de Cataluña.
La primera vez que escuché catalán fuera del salón de clases fue en una sala de espera. Mientras leía, un niño se sentó a mi lado; inmediatamente después se puso frente a mí una señora, su madre, que me dijo en perfecto catalañol: “perdona ¿te molestaría moverte un lugar para que pueda sentarme amb el meu fill?”.
Un ser como yo que, en cuanto a creencias como Pessoa, dejo abierta la posibilidad de la existencia de dios, pero descreo total y terminantemente de la Humanidad –así con mayúscula- y en consecuencia carezco de interés por los temas de política, por motivos personales he tomado gran interés en el proceso catalán. No podría, ni quiero, ofrecer un dictamen que sería más bien competencia de avezados sociólogos o politólogos, lo que aquí ofrezco es la más subjetiva postal de un país que está, o no, llegando a encontrarse con su forma administrativa ideal y largo tiempo anhelada: la de un estado.
Nacionalista o no, se acepta casi por descontado que a cada país, entendido éste como una extensión geopolítica con una lengua cohesionada e instituciones propias, le corresponde también un estado. Luego de llevar esta sentencia hasta sus últimas consecuencias, la cuestión parece más difícil de lo que se advierte en un principio; difícil, no sólo para estados como España que se reconoce a sí misma plurinacional. Pensemos en México ¿cuántos países-estado tendríamos que contar tan sólo en el sur? ¿Cuántas lenguas y cosmovisiones aglutinadas solamente en las entidades federativas de Oaxaca y Chiapas? O en Papúa Nueva Guinea en cuyos 462,840 km2 de extensión se hablan más de 700 lenguas actualmente.
Muy descreído de la humanidad y todo, han sido días de atestiguar la fuerza y la solidaridad de la que son capaces las sociedades organizadas. Pocas palabras podrían alcanzar la elocuencia del mar de fotografías y videos que han logrado enmudecer hasta a los más expertos opinólogos sobre el terrible segundo temblor del 19 de septiembre. Con la misma fuerza que la tierra puede moverse, la gente lo hace: para rescatar sobrevivientes de los escombros, organizar las campañas de acopio y distribución para ayudar a las zonas afectadas. También para ir a votar.
Hace años ya que las nuevas generaciones catalanas nacidas libres del estigma del franquismo dejaron de tener miedo, no así de tener rencor. Es verdad que las sociedades al verse amenazadas se repliegan sobre sí mismas y logran asombrar con su capacidad de respuesta. Ante la latente amenaza por parte del Gobierno de España de prohibir el voto a cualquier coste, asombra el ingenio y la determinación con la que los catalanes dan pacífica respuesta: anteponiendo claveles en los coches de los mossos d’esquadra –hecho con el que seguramente quieren rememorar la Revolução dos Cravos-, o trayendo del campo cientos de tractores a las avingudas, passeigs y carrers para impedir el paso a los vehículos de las fuerzas de policía. O quizá la más ingeniosa de todas: montando mega pijamadas en las escuelas de niños que están destinadas a ser centros de votación el próximo domingo 1 de octubre, con todo y que la orden judicial es que dichos centros sean cerrados para impedir el voto. Pienso que la última escena que el Gobierno Español quisiera regalar a los medios internacionales es la de unos policías enfrentando en las escuelas niños modorros en mameluco.
Amén las encuestas de la intensión de voto y los resultados previstos de la consulta, las multitudinarias manifestaciones que han tenido lugar durante el sábado 30 de septiembre, tanto en plazas públicas de Barcelona como de Madrid y con ambos bandos presentes, a favor y en contra del referéndum, me hacen pensar en ese grueso de la sociedad catalana que o está feliz o no se decide entre ser española o ser catalana, como la petición de la señora en el aeropuerto. Lo que es de preocupar, es que el nacionalismo catalán ha reforzado y hecho visible el nacionalismo español que no teme ocultar su rostro fascista; igual de preocupante que la entrada de Alternativa por Alemania al parlamento alemán.
Como he insistido, quizá más de lo necesario, no soy nacionalista y descreo de la democracia “este culto a la Humanidad, con sus ritos de Libertad e Igualdad, me pareció siempre una revivificación de los cultos antiguos, donde los animales eran como dioses, o los dioses tenían cabeza de animales” (Pessoa, 2013 pág. 15). Con todo, me han conmovido profundamente estos versos de Els segadors, himno nacional catalán inspirado en un romance popular del siglo XVII:
(Com fem caure espigues d'or,
quan convé seguem cadenes.)
Como hacemos caer la espiga de oro
cuando conviene segamos cadenas.
Fernando del Paso, de inconforme a reverente con el "espurio"
Año 2006. En el verano de este año, se efectuó una de las elecciones presidenciales más reñidas de la historia nacional. Andrés Manuel López Obrador estaba en el máximo de popularidad y encabezaba las encuestas; de cerca lo seguía el candidato oficial, el conservador Felipe Calderón Hinojosa. En una jornada electoral cargada de irregularidades y una campaña de desprestigio montada meses previos a la elección, el entonces Instituto Federal Electoral (IFE) no pudo dar un resultado claro de quién era el ganador debido a supuestos errores del sistema. De inmediato, y con el recuerdo todavía vivo del fraude del 88, la protesta de los simpatizantes del "Peje" no se hizo esperar.
Tan sólo unos días después de la elección, el escritor Fernando del Paso publicó en algunos periódicos un emotivo poema, que no daba muchos argumentos al movimiento, pero sirvió de alguna manera como empuje motivacional para el mismo. Así se expresaba Del Paso:
"Sí hubo fraude, porque el engaño es fraude.
Sí hubo fraude, porque la falacia es fraude.
Sí hubo fraude, porque el abuso de confianza es fraude.
Sí hubo fraude, porque la mentira es fraude.
No hay que buscar el fraude en un millón, dos o tres millones de votos perdidos.
No hay que buscarlo en mil, tres o cinco mil actas con errores deliberados.
El fraude, el gran fraude, ya estaba allí, entre nosotros, desde mucho antes del 2 de julio".
Tiempo después, en los momentos en que la protesta se exacerbaba por la opacidad informativa del instituto electoral, se organizó en el Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades (CUCSH) de la Universidad de Guadalajara un foro de reflexión que contaría con la participación de Julio Hernández, columnista de La Jornada, y el propio Del Paso, quien fue invitado a raíz de su publicación.
Un colega fue requerido para llevar al escritor al evento, que se realizó en el emblemático auditorio “Salvador Allende”, y me pidió que lo acompañara a recogerlo a su domicilio en la colonia La Calma. Debido a que no se nos dieron las debidas instrucciones para llegar al lugar, arribamos muy tarde. El escritor estaba furioso, pero se tranquilizó durante el trayecto.
El foro fue, hay que decirlo, más visceral que reflexivo. Hernández hizo atinados señalamientos, con ciertos datos precisos, que argumentaban la hipótesis del fraude. La intervención de Del Paso fue también crítica respecto de las instituciones gubernamentales, aunque con recursos poéticos apelaban más al pathos que al logos.
Pero el público, mayoritariamente integrado por incondicionales seguidores del candidato derrotado de la “izquierda”, AMLO, aprovechó la ocasión para dejar fluir su frustración y enojo a través de furibundas arengas contra el gobierno, expresando su total convicción de que el proceso elector había sido fraudulento. Incluso se escucharon acalorados llamados a tomar las armas. Un asistente del público retó a los invitados del foro a participar en las marchas y acciones de protesta, para probar su congruencia y su fidelidad a la causa. Hernández accedió, aunque Del Paso evadió como pudo el tema. Una vez concluido el evento, llevamos al poeta de nuevo a su hogar. Durante el recorrido, Del Paso nos confesó que ni de broma participaría en las movilizaciones, ya que ni su edad ni su salud se lo permitían.
Un año después, en el marco de la Feria Internacional del Libro, Del Paso recibió el Premio FIL de Literatura. El galardón fue entregado personalmente por Felipe Calderón, ya ungido oficialmente como presidente de la república. Cuando escuché la noticia por la radio, no pude evitar recordar el siguiente pasaje del poema de Del Paso, escrito casi año y medio atrás:
"Ese fraude es ya parte de nuestra historia. Y con él, la traición a la confianza de los electores por parte de nuestras más caras instituciones. Nos defraudó el presidente Fox al avalar y participar en la campaña contra Andrés Manuel López Obrador y en favor de Felipe Calderón".
Es comprensible la negativa de Fernando Del Paso en participar en el movimiento de protesta de aquel fatídico año. No obstante, el recibir un premio a manos del “presidente espurio” apenas al año posterior resultó muy desconcertante, pues el poeta jamás se explicó el extraño cambio de opinión. Sin duda, es respetable que una persona cambie de parecer, pero el no aclararlo y sobretodo, el no justificar por qué lo hizo es lo que desconcierta. Y claro, esto es lo que alimenta toda clase de especulaciones.
El virus negacionista alcanzó a Mujica
http://librospeligrosos2.blogspot.mx/2016/06/el-virus-negacionisa-alcanzo-mujica-por.html
¿Voto nulo o voto útil? La perversa maquinaria electoral.
Hace algunos días platicaba con mis alumnos sobre las próximas elecciones, los beneficios que esto tendría y lo exorbitante de los costos de campaña. Les compartía el desencanto que siento por las instituciones, la rabia que me da la impunidad y el descaro con que los corruptos saquean al país. Les hablaba del terror que siento ante la inseguridad y la posibilidad de hallarme en el momento y lugar equivocados. Uno de ellos, indignado, aseguró que no iba a votar. Que no valía la pena, porque todos los políticos eran iguales y lo único que buscaban era robar. No pude estar más de acuerdo. Asentí y continuamos denostando contra ellos, contra la forma en la que gobiernan el país y lo mucho que roban. Nos burlamos de Peña Nieto y lamentamos la perdida de los 43 normalistas. La conversación continuó por esa línea. Aquí, probablemente el lector se sienta identificado y hasta de acuerdo. Yo lo estaría. Pero ahora, en retrospectiva, considero que lo importante de esto es que ni mis alumnos o yo nos cuestionamos el por qué estábamos tan de acuerdo, sin siquiera analizarlo o detenernos a pensar sobre ello. Considero que esto se debe a la forma en la que esto nos interpela. Los jóvenes con quienes charlaba son brillantes y combativos. No por nada aprendo de ellos. Pero ahí radica lo peligroso. Que nos encontramos en el nivel de la camaradería y juzgamos poco lo que uno u otro dice, ya que somos similares. La parte importante de esto, y lo que podría ser uno de los mecanismos perversos de control, lo encontramos en [lo que podríamos nombrar como] la empatía de clase. Con esto no me refiero a las distancias entre estratos sociales, sino a un lugar imaginario que se nos impone o en el que elegimos posicionarnos. Un algo ideal, que no sólo tiene que ver con el capital económico, sino también con el simbólico. El nivel en que nuestras conciencias se encuentran, por decirlo de alguna manera. Y este se encuentra por encima de las masas, de los Peñabots o los acarreados. Si bien nosotros, quienes tenemos acceso a información fidedigna y con pocos filtros, que sabemos dónde buscar y a quién o qué preguntarle, conocemos de la larga historia de represión, autoritarismo, enriquecimiento ilícito y todos los actos criminales habidos y por haber que han cometido los partidos políticos, no estamos dispuestos a permitir que sigan en el poder. El conocimiento es poder, pero también implica responsabilidad. Es por ello que tenemos que hacer algo. ¡Unirnos, ejercer presión, manifestarnos! Una solución que surgió desde lugares poco comunes, como la academia o sujetos carismáticos, fue la del voto nulo. Esto es importante, porque pareciera que es uno de los remedios que algunos grupos de personas conscientes se han apropiado y esgrimido como bandera, para evitar la continuidad del PRI, en el poder, apelando a la empatía de clase. Sin embargo, como sugiere Max Andrade, ( http://www.proyectodiez.mx/opinion/anulistas-ya-salgan-del-closet ) esa no es la solución para un problema que afecta a todo el país, ya que nos convierte en esclavos de los mismos amos, sólo con diferente cadena. Si miramos a esto de forma más aguda, daremos cuenta de que hay un elemento perverso, que a simple vista no alcanzamos a distinguir, pues es demasiado obvio. Cabe aquí parafrasear a Deleuze, quien nos dice que si queremos dar cuenta de la maquinaria desde donde se estructura la política en México, es necesario observar a quién beneficia. Es así que se torna importante contrastar el actuar de la gente que vive en pobreza, de quienes intentamos distanciarnos, pero que la venta de su voto y el aceptar son estrategias que les permiten sobrevivir. La inmediatez es su realidad. En cambio, desde nuestra óptica las cosas parecen cambiar, pero en un lugar se tocan, al igual que dos líneas rectas. Lo importante es señalar que lo único que cambia es el fondo y la respuesta que los grupos de poder emiten ante eso. Por ejemplo, nosotros nos debatimos entre desayunar o pagar el camión. Nos preocupa el alza del dólar, pero no el de la tortilla. Me molesta que mi conexión a la Internet sea lenta, no que no haya drenaje en mi colonia. Hay diferencias sustanciales, que no nos permiten ver las mismas problemáticas. A nosotros, las artimañas que usan los que se encuentran en el poder y buscan perpetuar su lugar, no nos interpelan. Una despensa, un paraguas, una lonchera o $3000.00 no pueden incidirán en mi decisión de votar. Sin embargo, si apelan a mi ego, la cosa se torna distinta. Si un académico o erudito me aseguran que soy diferente, que no soy parte de la masa y que como tal debo comportarme, me derrito como cualquier jovencito en su primera vez. Es en ese momento que ocupo ese lugar de intelectual(oide) al que me he referido tanto. El argumento de que estoy por encima me convence y me hace justificar que no votar es una solución bien pensada. Que no hacerlo redundará en que el PRI tiemble ante nuestro poderío, ante mi agencia, ante la posibilidad de que si cambio yo, todos cambiaran. ¡Castiguémoslo anulando nuestro voto! ¡Seguro así aprenderá! Porque somos ilustrados, porque somos inteligentes, porque somos el cambio. Suena bien. Desde luego. Pero, insisto: ¿A quién beneficia esto? Para responder a la pregunta, pensemos en qué significa votar o no hacerlo. Según entiendo, hay dos cosas que el Instituto Nacional Electoral toma en cuenta, para decidir quién nos gobierna: la votación nacional y la total. Según nos dice el buen Roberto Duque, (video al pie) la más importante, es la nacional. ¿Qué significa esto? Que quienes no votaron, simplemente no importan. Una vez que se anula el voto, el número que se debe considerar, en cuestión de boletas, es menor. Imaginemos que la población en condiciones para votar es de un total de 100 personas. De esas, sólo 30 anularon su voto y 70 lo emitieron. Entonces, el 100% ya no es 100, sino 70. Y de ese 70, los votos duros, de los sindicatos, la cámara de comercio, empresas, monopolios y sobre todo sus militantes, esos votos que el PRI ya tiene asegurados, representan, digamos, el 30%. Es así que de esas 70 personas que votaron, el partido en cuestión tiene aseguradas, sin hacer nada, más que existir, 21 lo hicieron por el partido en cuestión. ¿Qué pasa con los otros 49? Entre ellos se encuentran esas personas que necesitan las despensas, los frutsis y las tortas, para sobrevivir a la miseria en la que el mismo partido los tiene inmersos. Lamentablemente son mayoría. Estamos en condiciones de responder desde dónde se estructuran estas formas engañosas de interpelarnos. Vemos que los beneficiados por el voto nulo no son otros que los que están en el poder. Esos que buscan continuar bebiendo de las mieles de nuestro país, sin medida y con desfachatez, porque nosotros, los ilustrados, creemos que inventamos novedosos castigos que no les intimidan en lo más mínimo, pues la lógica de las elecciones en México está pensada para beneficiar a unos cuantos, no para ejercer una democracia representativa. Saben que llegan a las elecciones como el partido más repudiado, (http://www.sinembargo.mx/25-05-2015/1353192) por lo que urge hacer algo con esos con los que no funcionan los regalos, pero que sí representan una amenaza a su continuidad. En última instancia, lo que sugiero es que si de verdad se busca castigar a los partidos, la opción es votar por la que sea la mejor opción, aunque el panorama sea desolador. En lo personal, y a riesgo de que parezca que esto que escribo tiene un sesgo, tengo el ojo puesto en lo que propone Kumamoto, quien en este momento lucha contra titanes, pues lo que ofrece no es tangible y requiere el compromiso de los que va a gobernar. Lamentablemente yo vivo en Zapopan, pero no en el distrito 10, que es por el que contiende, así que no puedo votar por él. Esperemos que si llega a su cometido, conserve la coherencia. En este momento particular y ante el desencanto, lo único que me queda es conservar la fe y la esperanza.
"Hypotheses non fingo" en narcobloqueos
Conjeturar es algo natural en el ser humano. Lanzar hipótesis es responde a la necesidad de dar posibles explicaciones a ciertos fenómenos. La conjetura es usual en la actividad científica, pero también en la vida cotidiana: aparece cuando indagamos acerca de la posible causa del mal funcionamiento del automóvil, del refrigerador o acerca de los motivos de las acciones de ciertas personas. Prácticamente en todas las actividades y ámbitos de la vida humana, las personas tienden a formular explicaciones hipotéticas para dar cuenta de situaciones o eventos que enfrentan.
Desde luego, hay muchas diferencias entre las especulaciones cotidianas y las conjeturas en la ciencia; tema que por ahora no pretendo abordar. Más bien me interesa realizar algunas observaciones sobre la producción de hipótesis en el campo político. No pretendo presentar aquí un estudio detallado, sino esbozar lo que podría ser una veta en la investigación social. Y en particular, me gustaría puntualizar acerca de los fallos que suelen darse en las explicaciones hipotéticas en esta área. Aunque Isaac Newton decía que la física no debía especular y evitar la formulación de hipótesis –algo en lo que sin duda se equivocó-, probablemente su sugerencia podría aplicarse a ciertos casos.
Cuando ciertos acontecimientos sociales y políticos tienen un impacto directo sobre las personas, es normal que se generen toda clase de opiniones. Sin duda, los narcobloqueos del pasado 1 de mayo en Jalisco y otras entidades del Occidente de México parece ser parte de la tendencia de violencia que afecta al país desde el 2007; pero el hecho de haber ocurrido tan cerca produce efectos más fuertes en muchas personas. La incertidumbre de qué es lo que realmente ocurrió y el pensar que uno pudo ser afectado directamente o nuestros seres queridos, indudablemente provocan miedo y paranoia.
Mi interés no es analizar los hechos en sí, sino las opiniones vertidas en prensa y redes sociales. Muchos funcionarios, intelectuales, investigadores y usuarios de la red en general suelen interpretar los eventos según sus creencias. Esto es normal, pues nuestras creencias, como señala Luis Villoro, son enunciados que asumimos como verdaderos y que de alguna forma integran nuestra visión del mundo. En gran medida, las inferencias que realizamos para dar cuenta de un evento o justificar una postura parten de nuestras creencias. No obstante, el problema es que estas creencias bien pueden sesgar nuestros juicios. Cuando un sujeto se aferra demasiado a sus creencias, puede llegar a distorsionar sus explicaciones o argumentar falazmente (y el dogmatismo, tanto religioso como ideológico, representa el peor ejemplo).
Así, en el caso de los narcobloqueos, unos tienden a interpretar los eventos como un avance en materia de seguridad y a partir de ello, justificar las estrategias actuales en contra el crimen organizado; otros culpan a los opositores políticos de crear un "clima de enrarecimiento" que polariza a la sociedad; algunos más señalan que es una táctica del propio "sistema" para controlar a las masas e inhibir la protesta social, etc. No faltan los que recurran al usual tu quoque y reprochar que la indignación de muchas personas por los eventos es contradictoria, considerando que dichas personas son conformistas en otros menesteres. Tenemos, pues, todo un repaso de lugares comunes e interpretaciones que podrían aplicarse a prácticamente cualquier evento de importancia política: los apologetas del gobierno encausarán sus posturas hacia una apología del gobierno; los detractores encontrarán cualquier problema como síntoma de la descomposición del “tejido social”, cuya responsabilidad cae en el gobierno. Las ideologías, en tanto creencias injustificadas centradas en la posición de un grupo social, pueden sesgar o incluso obstaculizar las descripciones objetivas.
Mas, independientemente de si sus posturas están justificadas y sus conclusiones son verdaderas, el punto es que se trata sólo de conjeturas. Tanto en la ciencia como en las actividades cotidianas, lo que decide si un enunciado es verdadero o falso es su correspondencia con los hechos. El problema con las conjeturas en política es que su contrastación no resulta sencilla, pues atañe a intereses e intenciones que son difíciles de conocer, dada la opacidad en el manejo de la información por parte del gobierno y los medios.
Esto es muy usual en las instituciones de gobierno y en algunas empresas. En los tiempos en que se dan los cambios de mandos, los funcionarios y trabajadores ubicados en los diferentes puestos según las jerarquías suelen especular acerca de quién será el nuevo secretario o ministro, qué política se impondrá en caso de que X o Y lleguen al puesto y así sucesivamente. Dado que la continuidad laboral de las personas está en juego, es natural que éstas se preocupen y, por ende, especulen. La cuestión es que las decisiones de quién ocupará una jefatura o secretaría dependen de jerarquías más altas, y la información difícilmente es accesible, por lo que las conjeturas de las personas de niveles inferiores jamás abandonan el reino de la posibilidad. Pero no deja de ser interesante cómo se interpretan ciertos acontecimientos, como nombramientos o remociones de personajes, como indicios de “ciertas líneas” o jugadas de los altos jerarcas. Estamos ante especulaciones que no son muy diferentes de las metafísicas.
Sin embargo, es necesario puntualizar. No está mal especular, pero hay que ser conscientes de cuándo especulamos. Las conjeturas en política pueden ser útiles para tratar de comprender la situación de un país, de una región o una institución. Para que se puedan contrastar nuestras hipótesis políticas es necesaria cierta información, que, como he señalado antes, muchas veces no es de acceso público. Lo difícil es, pues, disponer de datos concisos. Si podemos constatar las hipótesis, hemos avanzado un paso; el siguiente, implica la revisión de creencias si éstas no concuerdan con las descripciones verificadas.
En este sentido, me parece que, amén de las conjeturas y especulaciones que podamos hacer sobre acontecimientos políticos o sociales, lo más importante es exigir estos datos y someterlos a escrutinio detallado, para corroborar la información, detectar las inconsistencias y las falacias, y si es el caso, señalar que la información es falsa o incompleta. Mijaíl Gorbachov bautizó su política de apertura como Glásnost, que literalmente quiere decir ‘transparencia’. El camino de la Glásnost mexicana, de la apertura informativa, ha sido tortuoso y con retrocesos. Pero hay que continuarlo.
El ciudadano de hoy y la buena vida
En esta época de elecciones es no sólo válido sino necesario ocuparse de preguntarnos si al margen de la imposición de candidatos que han vuelto a México una kakistocracia (el gobierno de los peores), ¿puede el ciudadano común sentir garantía de una buena vida? Una buena vida debe ser entendida como el acceso a la salud, a la educación, a una economía suficiente, al derecho de asociación y a la seguridad, entre otras cosas.
Sin embargo, a pesar de la gran e incumplida responsabilidad del Estado que ha fallado una y otra vez en cubrir estos aspectos básicos de la buena vida, el ciudadano debe de encontrar su buen vivir no sólo en una correcta elección para el sufragio, sino en su proyecto de vida mismo. O en otras palabras; no basta con acudir a las casillas y ejercer su derecho a elegir quien lo va a robar esta vez, o contabilizar qué partido le dio más tortilleras, playeras, gorras, o quién trajo a la mejor banda grupera en su campaña, para estampar su voto a favor del más dadivoso y fino candidato. Tampoco se trata de querer asegurar su futuro con las falsas promesas de empleo y puestos ofrecidos a cambio de apoyar una u otra campaña. Esto no deberíamos ni de decirlo pero: nada de esto asegura un buen vivir, ni constituye siquiera un atisbo de proyecto de vida.
No es sólo la elección de un candidato la participación a que está obligado el ciudadano, un ciudadano puede participar siendo precisamente eso, un ciudadano ejemplar (cuidadoso de su moral, su salud, su intelecto y su administración), razón por la cual Platón prefería la aristocracia y la oligarquía (el gobierno de los filósofos o sabios y de los ricos respectivamente) a la democracia. Aristóteles tampoco sugería la democracia y prefería sobre ella a la república (la combinación de la oligarquía y la democracia), porque un buen gobierno es posible sólo si cultivamos buenos gobernantes, y los buenos gobernantes solo son posibles si antes fueron buenos ciudadanos. Hobbes, por otro lado, dice que la diferencia en las formas de Gobierno depende de la diferencia de personas a las que se confía el poder soberano, y de la diferencia de los ciudadanos que conforman un pueblo. En resumen el buen Gobierno es también una cuestión de calidad individual, de calidad de ciudadanos.
Sin embargo, por penoso que sea Jalisco está muy lejano de que sus buenos ciudadanos abunden, prueba de ello es el promedio de escolaridad jalisciense (segundo de secundaria). Somos un Estado ignorante y perezoso intelectualmente. Otra prueba: Jalisco es uno de los primeros lugares en obesidad infantil y adulta. Somos un Estado perezoso físicamente, nuestra salud pende de un hilo. En este sentido ¿cómo podemos esperar acceder a la buena vida? Si somos ciudadanos de baja estofa, y lo peor: somos así por gusto propio.